Todo gira sobre una señalización gráfica, un hiato, una
tumba de mármol, si sigues en el juego. Es un gran memorial aunque no tan grande como
aquellos repletos de cruces que nos recuerdan los mayores, un gran memorial de
la lengua española. ¿Qué le vamos a hacer? Nos regimos por unos signos
insignificantes que mañana pueden delatarnos. El más mínimo detalle nos puede
dejar fuera. Lo minúsculo protagoniza la gran aventura de las relaciones humanas. Y
no vayamos a cambiar una letra por otra que nos llevaría a otro juego cómico,
burlesco, cínico, crítico y si se quiere incluso político. Aquí ya no entro, no
se vaya a soliviantar el personal, como se dice.
Dejemos las aguas tranquilas.
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