“Desordenando la felicidad
me encontré con la vida”.
Hasta aquí un primor de luz.
Luego una joven se tatúa en su
pierna este poema, como un verso suelto que cae verticalmente del cielo y se
articula al ritmo de su andar, con tal desatino que se desintegra la tilde en
el tatuaje. ¡Qué lástima!
Enterada Ajo del desatino pidió a la apasionada lectora que,
por favor, rematara la faena y también se tatuara la tilde. Todo un detalle.
Esto da tema para un microrrelato. ¿Alguien se atreve a
hacerlo?
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