Ella siempre quiso tener un "piercing"
o un montón por distintas partes de su cuerpo, hasta que por "whatsapp"
le llegó el mensaje “Desordenando la felicidad / me encontré con la vida”.
Le pareció lindo. Le valía por una araña zodiacal de
cuarenta y nueve signos. Se decidió. Del pareado de once y siete sílabas se
hizo un muleta, como se pudiera haber peinado un tirabuzón. En la pierna este
bastón tenía el erotismo que pudiera tener una media negra, un leotardo
roto de rejilla o unos labios untados de carmín. Ah, pero misteriosamente la
pierna cojeaba, como cojean los versos mal trazados.
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