A Mi-tilde, se la tiene olvidada
por ciertos pagos e incluso se la desprecia. ¡Qué barbaridad! Le tildan de que
vale menos que la entonación. Sí, a veces es menos que un acento ortográfico,
pero otras es mucho más poderosa. Es femenina, que no fémina ni feminista,
aunque apoye su bandera, y como tal fuerte. Es el lazarillo de la lengua
castellana para la lectura. Sin ella, sería el español a veces ambiguo y otras
un lío tremendo para aquellos que no lo conocen muy bien. Es la cofia que da el
chic de la personalidad al idioma. Y digo cofia, porque define y estructura. En
ella se confía. ¿Quién se puede imaginar una esmoquin sin pajarita o a una
elegante joven inglesa en Astor sin pamela? Pero, ¿qué hazañas realiza
Mi-tilde como para justificar este
microrrelato? Nada, solo mira atónita al escritor con ternura.
-Un detalle, por favor.
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