La acentuación evita ambigüedades en el texto. No es lo mismo decir:
- “El hábito no hace al monje”,
- “Habito ahora cerca del
parque”
- “Miguel habitó muchos años con
sus abuelos”.
o
- “El
término de la ciudad está lejos”
- “Pronto
termino esto y me voy”
- “Por fin
Luis terminó la novela”
Además, la acentuación es una gran guía para saber cómo se
pronuncian palabra desconocidas, por ejemplo, un apellido o el nombre del lugar
que se lee en el indicador de la carretera que antes no se hayan oído. ¿Cómo se
saldrá de este embrollo?. Ante el cartel del pueblo de Almería
RODALQUILAR ¿cómo se pronunciará si no se conocen la acentuación
española?
- “Ro-dál-qui-lar”,
- “Ro-dal-quí-lar”,
- “Ro-dal-qui-lar”,
O ante el apellido del general liberal PORLIER, ¿cómo se
pronunciará ?
- “Pór-lier”,
- “Por-lí-er”,
- “Por-lier”.
La solución, siguiendo las normas de la acentuación
castellana, es “Ro-dal-qui-lar”, y “Por-lier”, porque ambas se escriben sin acento y terminan
en -r. Por eso es una barbaridad que no se acentúen bien los nombres de
personas y de lugares así vayan con minúsculas o mayúsculas.
Por lo tanto, aún escritos los nombres bien, no termina ahí
el problema, porque el lector debe de saber la normativa de la acentuación para
aplicarla y pronunciar correctamente.
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